domingo, 17 de octubre de 2010

LA ALIMENTACIÓN DESDE 12-3 AÑITOS



En esta etapa se suceden cambios en la autonomía de nuestros hijos, aprenden a hacer cosas sin ayuda.

Desde que son bebés los papás y las mamás nos quedamos “bizcos” observando cada novedad, cada nuevo gesto, cada nueva habilidad. Desarrollamos un sexto sentido para conocer a nuestros pequeños y anticipar sus necesidades. Lo mismo debemos hacer a la hora ayudarles en su Desarrollo. Cada nueva habilidad que observamos debemos ayudarles a reforzarla, a que la repitan una y otra vez y la dominen.

Pues bien, cuando el bebé solito comience a tocar el biberón, poco a poco querrá dirigirle él, tanto para llevárselo a la boca como para apartarlo de ella, debemos dejar que hagan su voluntad. Poco a poco adquirirán fuerza para sostener su biberón y alimentarse solitos, primero dejando que lo cojan y sosteniéndolo nosotros un poquito con nuestra mano, cuando queda poca cantidad de leche soltar el biberón para que se lo terminen y finalmente podrán tomárselo ellos solos cumplido el añito más o menos.

Debemos fomentar su autonomía desde el principio, que ellos solitos consigan sus propios logros y experimenten con ello. Pronto ya serán capaces de beber agua, primero con sus pequeños “bibes”, sus vasos adaptados, sus botellas de agua y pronto en vasitos pequeñitos con poca cantidad de agua. A partir de los 18 meses (cada edad que propongo es a modo de orientación, cada niño lo hará cuando esté preparado) debemos fomentar que beban agua en vasitos (pequeños y de plástico) y dejarles que lo derramen, que se lo echen encima NO PASA NADA!!! (nosotros estaremos ahí para resolver el problema: ayudarles a limpiar el agua derramado y cambiarse de ropa SIN NINGÚN DRAMA). Según adquieran destreza con el vaso ya estarán preparados para desayunar primero con ayuda y finalizando el desayuno ellos solitos (también el vasito de leche de después de cenar).

El proceso de abandono del biberón suele coincidir con el paso de la leche de continuación con la leche entera.

También hacia los 18 meses ya pueden comer en una sillita normal, sin necesidad de trona. Una sillita baja (si es posible y tenemos una mesa adaptada), donde se puedan sentar y mantener la postura y el equilibrio. Allí sentados, sin sujeciones, primero comenzaremos alimentándoles nosotros para poco a poco comenzar a hacerlos ellos, tomando su “bibe”, su vasito de leche, y por último, comer su puré.

Orientaciones y dificultades que nos podemos encontrar:

- La hora de la comida debe estar acotada: es decir, no se debe alargar más por el hecho de que no lo coma. Estableceremos un horario para comer (una hora aproximadamente, media hora por cada plato aproximadamente) y si nos pasamos de ahí le retiraremos la comida (no porque esté más expuesto a ella se lo va a comer, al contrario, probablemente le disgustará mas).

- El lugar de la comida también debe ser el mismo de siempre, un lugar agradable: un lugar fácil del limpiar y recoger (para no preocuparnos demasiado cuando se manchen). Debemos dejar que ensucien lo que necesiten, pero siempre haciéndoles conscientes de que están ensuciando y hay que limpiarlo.

- El momento de la comida siempre debe ser de disfrute: aunque la rechacen porque no les guste o porque quiere que se lo demos. Los niños tienen gran capacidad de asociación, un disgusto en la comida puede suponer el asociar la hora de la comida con un momento desagradable, y como nos sucede a los adultos cuando lo pasamos mal que se nos “cierra el estómago”, ocasiona falta de apetito. La diferencia estriba en que los adultos sí hacemos caso a nuestro estómago cuando no tiene ganas de comer y, sin embargo, no le hacemos caso el estómago de los pequeños obligándoles ¿Por qué?.

COMEMOS SOLITOS Y YA EMPEÑZAMOS A COMER SÓLIDO

Ya a partir del año y medio, cuando ya pueden disfrutar de su dentadura, ellos mismos se interesa por el sólido (jamoncito de york bien picado, galletas y pan, trocitos de fruta, carne).

Comenzaremos con trocitos en la merienda, por ejemplo, o en el desayuno con las galletas y los cereales sólidos. En la hora de la comida podemos comenzar dejando que coman ellos, y que se manchen solitos también. Al principio debemos dejar que experimenten, cogen la cuchara al revés, tiran más comida de la que se llevan a la boca, se ensucian y ensucian, etc. Debemos dejarles que coman y mientras, nosotros nos ocupamos de otras cosas (Imaginemos: comer vuestro plato preferido, con alguien sentado a vuestro lado, observando cada uno de vuestros movimientos y diciendo frases como: “veeenga”, “vaaamos”, “cooome”, “¡Que lo tiras!”, “¡así no!”, “Trae que te lo doy, ¡que no sabes!”; Pues ahora imaginemos: todo lo anterior sumado a que el plato no os gusta nada) les prestaremos atención de vez en cuando, elogiando lo que hacen bien e INFORMÁNDOLES (no regañándoles a la primera de cambio, que es su primera vez) lo que ocurre cuando hacen algo incorrecto y cómo solucionarlo. Y les ayudaremos a terminarse la comida, recordemos que la comida no debe dilatarse mucho en el tiempo.

Cuando vayan adquiriendo cierta habilidad comiendo, les introduciremos otro cambio, y siempre contando con su opinión: ¿Quieres unos trocitos de carne?, lo mas probable es que no sepan a lo que nos referimos (y digo “a lo que nos referimos” porque ya tienen mucha capacidad de comprensión lingüística) y que estén de acuerdo. Así, les ofreceremos después del puré un segundo plato sólido, en poquita cantidad para que sean capaces de terminárselo y sentirse orgullosos de sí mismos (en esta edad comienza a construirse más firmemente la autoestima). En cuanto se vayan terminando el plato de trocitos sólidos les iremos aumentando la ración y disminuyendo la del puré, les iremos ofreciendo ya sopitas, pasta blandita, etc. Y poco a poco, cuando vayan aprendiendo a comer buenas cantidades podremos pasar definitivamente al sólido (Cuando hablo de buenas cantidades, no me refiero a una ración abundante, si no a la ración que ellos son capaces de comer, para cada niño puede ser diferente, no pretendamos meterles más comida de la que ellos quieren NUNCA). Un dato médico importante: a partir del primer año de vida el apetito disminuye proporcionalmente como disminuye y se ralentiza nuestro crecimiento físico. Este dato nos servirá para concienciarnos de que ellos nos marcarán las cantidades que deben comer.

Es importante la mención de los riesgos de atragantamiento, por favor, cuidado, se recomienda comida blandita, troceada, evitar que se les apelmace la comida en la boca, que se les haga “bola” (ayudadles a expulsarla y reemplazarla por otro trocito pequeño). Con el puré hay muy bajo riesgo de atragantamiento, ellos mismos son capaces de tragarlo si se les junta con alguna flemilla pero con la comida sólida es más difícil.

NOTA.- Como medida de precaución, si un niño se atraganta y tose mantengamos la calma, NO LE MOVAMOS, SI TOSE ES QUE RESPIRA Y LO PUEDE EXPULSAR POR SÍ MISMO y podemos llamar al 112 (urgencias, nos atenderán profesionales que nos ayudarán).

Orientaciones y dificultades que nos podemos encontrar:

- Escupen el sólido, sienten asco: Esta actitud es NORMAL, les pasa a la mayoría, no sucumbamos ni caigamos en el error de no volvérselo a ofrecer, cambiarles el plato o solo ofrecerles lo que les gusta (que curiosamente suele ser patatas, salchichas y macarrones, a que sí!, ah! Y los “aspitos”). La nueva textura les resultará desagradable, se lo ofreceremos una y otra vez, les daremos las “dos cucharadas de esfuerzo” y se lo retiraremos. Así hasta que comiencen a comer

- Siguen escupiendo y rechazando el sólido: Si continúan rechazándolo (suele ocurrir con niños con mucho genio, que saben lo que quieren y lo que no quieren, o los que son muy malos comedores) seguiremos adelante con nuestro programa de “paso del puré al sólido”. Aunque no lo coman, seguiremos disminuyendo la ración de puré pero, eso sí, no aumentando la ración de sólido (porque se les quitarán mas la ganas de comer). Continuaremos con su aprendizaje de comer solos, y si continúan, nosotros también continuaremos hasta que solo les ofrezcamos el sólido y siempre SIN DISGUSTOS NI DRAMAS, el hambre hará el resto. E insisto, no ofrecerles un alimento que sustituya el que no les gusta.

- Mi niño no come nada: En el proceso que hemos descrito puede ocurrir que el apetito del pequeño disminuya día a día y no necesite comer más. Para evitarlo, cada dos o tres días les ofreceremos exclusivamente la comida que les gusta (ejemplo: macarrones salchichas, o solo puré), esto evitará que pierdan el apetito a la hora de la comida. El cuerpo se termina acostumbrando a comer o a no comer a ciertas horas del día.

- No dilatar la hora de la comida: La duración de la comida deberá ser de una hora aproximadamente, media hora por cada plato. No mantengamos al niño delante del “plato disgusto” durante mucho tiempo, “cucharadas esfuerzo” y plato fuera. Y mucho menos ofrecerles el mismo plato para merendar, para cenar hasta que se lo coman, si no queremos que odien ese plato de por vida, aunque consigamos que se lo coman.

- Respetar sus rechazos a la comida: Por favor, ya son suficientemente mayores para saber lo que quieren o no quieren, ya he dicho anteriormente que estamos en una de las edades críticas de formación de autoestima (se podría equiparar a la pubertad y adolescencia), respetemos sus decisiones no sin antes solicitarles el esfuerzo.

- Lugar de la comida: se procurará que sea siempre el mismo, agradable, cómodo, sin distracciones (ni juegos, ni juguetes, ni televisión) que toda la atención sea para la comida, higiénico y fácil de limpiar (para no desesperarnos nosotros sobre todo) y procurar que no se mueva de ahí, nada de merendar por ahí andando (“porque es que así es la única forma de que se lo coma”, gran error, el objetivo es que aprendan a comer, no que coman a toda costa), deben aprender a mantener la postura en la mesa y no levantarse constantemente (esta actitud se da cuando hay falta de apetito).


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